sábado, abril 21, 2007

Notas de Campo 1: Güero dona sangre croata en el Rebagliati

Desde que tengo uso de razón, mi padre me dice que yo tengo sangre croata.

Mis primeros días de clase en cualquier institución educativa siempre reafirman mi ego-linaje inculcado ferozmente por mi padre con un repetitivo "Gargu... qué?" que debo orgullosamente explicar o un "¿De dónde diablos es tu apellido?" luego del cual estoy obligado moralmente a contar cómo un diestro Antun Gargurevic envió a sus menores hijos hacia puerto chalaco, y cómo producto de aquellas aventuras nació mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre, y finalmente, más peruano que Tongo, el narrador de esta historia.
Así, tengo recuerdos de haber escuchado a mi padre argumentar que mi nariz grecorromana es un legado de nuestro pasado croata, que mi talento basquetbolístico adolescente tenía orígenes europeos (según sus fuentes, Tito podría haber llegado a la NBA), y hasta se las ingenió hace poco para encontrar un sociólogo yugoslavo que dizque se parecía a mí; por lo que, al final de todas esas ligazones crueles, pareciera que termino siendo producto de un experimento genético más que el resultado de mis propios talentos y el sudor peruano que implican.
Y a pesar de que yo he defendido mi genealogía piurana-peruana a rabiar, siempre mi padre ha encontrado las maneras de ligar Lima con Zagreb, Pueblo Libre con algún distrito "colonial" de Dubrovnik o la Cordillera de los Andes con la fila de Alpes que pasa por la ex Yugoslavia.

Haciendo fila en una abigarrada estancia del Rebagliati para donar sangre, todos esos recuerdos pasaron por mi mente. Un policía me entregó una hoja con 45 preguntas que debía responder en unas carpetas pre-escolares (sí, un policía. Supongo que quieren con ello coactar a que digamos la verdad, no lo sé).
La primera pregunta es existencial: "1. ¿Estás bien?" Dios, sólo hay opciones de Sí o No, y mi abanico de respuestas sobre mi estado de ánimo necesitan cerca de 3 párrafos, varios adjetivos, miles de adverbios y aunque sea una acción para poder explicarlas con claridad. Vale, puse que Sí, seré breve.
"2. ¿Has tenido enfermedades venéreas?" ¿Qué pasa con estas personas? ¿No les han enseñado a hacer preguntas de calentamiento? No (creo, nadie se ha quejado nunca).
"13. ¿Has viajado al interior del país en las últimas semanas?" Claro, vivo en la selva cada dos semanas, y eso qué diablos les importa. Estoy bien vacunadito y no traigo nada amarillo ni al dengue.
"23. ¿Has tenido relaciones sexuales con otro hombre?" Pero, muchachos, esta es una ficha de preguntas unisex. ¿Qué responderían las mujeres? ¿Pretenden que vengan a donar sangre las vírgenes de Huampaní? Ah, dice "otro hombre", una parte de la redacción los salvó. No, no he tenido.
"35. ¿Te consideras una persona sana?" Malditos, ya vinieron a mortificar mi juventud. Como carnes rojas siempre que puedo; no tomo tanto licor como mi tío Pepe pero a veces (como cuando me filman en Polizontes y se burlan de mi pasado croata) me gustan unos traguitos; no fumo pero bailo pegado; tengo una rino-faringitis alérgica desde niño a la cual no hago el menor caso; me dan implosiones internas de cuando en cuando adentro de mi pecho pero muchos doctores dicen que no es nada del otro mundo, muchos sospechan que seré hipertenso, pero yo creo que son mundanos gases; y, claro, mi abdomen ha crecido generosamente estos últimos 5 años. Sí, soy saludable.
La computadora no me cree y suena una alarma cuando pasan mi encuesta. Se quedan con mi DNI (no llevé mi pasaporte croata) y una enfermera amable me pregunta si estoy seguro cuando afirmo que soy saludable. "Sí, claro... ¿no se nota?". Me da un pinchazo insensible en mi dedo medio y sacan tres hermosas gotas de él sin preguntarme. Luego de un proceso vampiresco, me deja pasar.
Algo así como el hijo perdido de Pepe Vásquez entra conmigo y es mi compañero de donación en la camilla izquierda. Es un ser voluptuoso y de forma circular que no sabe que le temo a las agujas y me hace bromas cojudas como "Que nos pinchen el brazo, hermano, que no se equivoquen" o "Señorita, tráigame un balde para darle una yapita". La prima de Yola Polastri, pero en versión rubia, es mi otra compañera en la camilla derecha. Está hablando por el celular y se estira el sostén con la otra mano. La enfermera me apreta el brazo con una liga enorme, me abre un orificio en mi hermosa vena (luego de preguntarme por qué estaba tan bronceado si ya no era verano y que le contara un poco de mi viaje al norte) y antes de poder explicarle que yo era croata y que mi piel canela era producto de siglos de evolución, empecé a notar cómo mi sangre empezó a chorrear adentro de una vulgar bolsa etiquetada como RO-0355.

Nooooooooooooooo.
¡Mi sangre croata parecía ahora una Placa Vehicular! ¿qué le diría a mi padre? ¿cómo se lo explicaría a mi tatarabuelo Antun?

La madre de las enfermeras me exigió que apretara el puño para que yo mismo pudiera bombear mi sangre hacia el recipiente de plástico. ¿Bombear mi sangre? No podía cerrar el puño siquiera. No sé si era por la vergüenza de saberme violado hemofílicamente, o de haber traicionado a mi padre y sus creencias europeas, o aturdido por el vozarrón de Pepito Vásquez que no dejaba de hacer chistes referidos a sangre-Drácula-chela (esa última variable nunca la entendí).
Salvado por un chirrido de la máquina, me quitaron la aguja y me regalaron una manzanilla bien caliente. "No pueden manejar, ni tomar licor, ni tener relaciones sexuales en las próximas horas". Pensé en el vocho cuadrado afuera esperándome (sobre la segunda y tercera prohibición no hablaré por esta vía). La prima de Yola dejó de hablar por el celular cuando se enteró de las malas nuevas sobre el sexo, abrió la boca sorprendida y apuró el paso indignada.
Miré la bolsa con mi sangre con la placa vehicular en la etiqueta, junto a 28 bolsas iguales acopiadas en un cooler azul. Sangre chiclayana, sangre puentpiedrina, sangre molinera, sangre croata, sangre en bolsa.

La señorita me miró y me dijo: "Tú eres el alérgico, ¿no?"

He sido reconocido por mejores adjetivos en el pasado, pero Sí.

"Por si acaso, el plasma de los alérgicos no sirve. Tenemos que filtrar el plasma". El tino de esta damisela le hubiera ganado un sitio privilegado como diplomática en el Torre Tagle. Se llevó mi bolsa y no hice más que imaginar parte de mi sangre vaciada en un lavatorio.

Estimados antepasados: mi plasma croata no sirve. Lo siento. Al menos, logré dejar parte de mi código genético al servicio de la comunidad. Ya saben, lecotres. Si algún pariente o amigo suyo necesita sangre por estos días y quiere tener simpáticas dotes sociológicas, patichuecas, reggaetoneras, literarias y alérgicas, llame al Rebagliati y exija el código RO-0355, es una garantía de pedigree. Ojo, no se permite devolución.