jueves, setiembre 28, 2006

Notas de Campo 1: Güero y la mermelada de beterraga de los Yachachiqs

Las 5am y ya estaba otra vez en la avioneta de LS Busre rumbo a Huamanga. Como el huayno ayacuchano, llegué como un huérfano pajarillo a tierras extrañas, con los sórdidos recuerdos de mi última visita a Raccaya y a Taca, sus niños, sus Serapios, sus madres humildes, sus tristezas contenidas y sus jarjachas solitarios. Otra vez mi casaca abrigadora y nos enfrentamos al frío abusivo de nuestra sierra hasta que llegamos al imponente hotel Turistas de Huamanga. Lucho y yo nos dirigimos a nuestra habitación, la 206 (ya no había pisos intermedios como los de la Gringa) y, lo mejor de todo, había baños.

Saliendo de mi cuarto, me cruzo a muchos campesinos, todos con enormes maletas y graciosas sonrisas buscando sus cuartos. Al menos, serán como 80. No agachan la cabeza ni tienen miradas melancólicas. Algo no cuadra. ¿Tanto ha cambiado el Ayacucho de mis cercanos recuerdos? La música del salón principal del hotel me canta:

Ayacuchano huérfano pajarillo
¿A qué has venido a tierras extrañas?
Alza tu vuelo, vamos a Ayacucho,
donde tus padres lloran tu ausencia.
En tu pobre casa,¿qué te ha faltado?
Caricias, delicias, de más has tenido.
Sólo la pobreza con su ironía
entre sus garras quiso oprimirte.

Sí, es cierto. La pobreza te oprime con ironía, pero estos campesinos se habían liberado. Tenía que averiguar cómo. Tenía que hablar con ellos y encontrar sus irónicas soluciones. Se habían cansado de esperar y habían encontrado sus propios caminos. Cómo no seguirlos. Y eso hicimos. Nos enrumbamos con los representantes del Banco Mundial hacia el local del evento.
¿Para qué fuimos? El BM nos había contratado para realizar un evento en donde planeaba convocar a campesinos microempresarios de la Macro región sur y consultarles acerca de la estrategia de asistencia al país que tenían planeada para los próximos 5 años. La pregunta era: "¿Qué se necesita y cómo lograrlo?". Una campesina y sus polleras technicolor apuraron el paso y con voz muy disciplinada llamó a sus compañeros. "Oye, que la Jacinta y la Lucía traigan mi CD con las fotos, ah?" Pasaron un par de jóvenes con una maqueta gigantesca que simulaba una microcuenca con detalles propios de un arquitecto meticuloso. Otras señoras pasaban con kekes, mermeladas y jugos. Armaron una exposición de sus productos y todos pasamos a probar.
Una mermelada morada apareció delante mío encima de una galleta San Jorge.
La sonrisa de la señora chaposa que me la ofrecía era morada también. "Gracias, ¿qué es?". Ella se rio como diciendo "Come, cojudo, y no preguntes". La beterraga nunca ha sido mi mejor amiga ni es la opción predilecta de mi escaso gusto por las ensaladas, así que probarla en una mermelada exótica me paralizó. Yo también sonreí, claro. Sin duda, era una creación novo-novo andina. Sin esperar que mi bolo alimenticio se retirara de mi boca, otra gentil señora me ofreció un producto visualmente superior: un manjarblanco sospechosamente blanco. "Manjarblanco, joven". Aunque el nabo encurtido es de mis preferidos en el chifa, no me esperé encontrarlo en el manjarblanco y menos, mi paladar. También sonreí. Qué buenas ideas tienen estas personas, pensaba. Inca Kola tiene para hacer más propagandas de su slogan "Qué buena idea" aparte del chullo, el cajón y la causa. Volteé a un lado para buscar un líquido que me ayude a procesar estos sabores malvados, y ahí estaba, un refresco. Sensual, atractivo, brillante. "Ya probé beterraga y nabo en sus opciones más crueles, ¿qué podría ser peor?".
Descubrí que el extracto de papa no es una buena opción de refresco. Aun menos cuando quien te lo ofrece es la señora Jacinta, que me invitó 4 (cuatro) refrescos de papa en menos de 1 minuto. Más beterraga en mermelada, un poco de nabo, un par de kekes de zanahoria, beterraga y nabo, más refrescos y más beterraga.
Los comensales del BM sostenían una taza de café expresso en una mano y con la otra intentaban probar las viandas, pero ellos eran valientes y sabían decir No. Carezco de ese descaro, por lo visto. Al final de la fila, un señor de camisa blanca, poco pelo y una foto de un cerdo colgada de su cuello me ofreció un jamón sudorosamente mortal. No encontré nunca el jamón, pero ciertamente había grasa y mucho empeño contenido en ese pan. Me ofreció otro, y luego otro. Genial. Al final del evento estaría hecho un gordo ayacuchano novoandino, algo así como Gastón Acurio pero sin el programa.
El evento comenzó con muchas palabras optimistas, todos nos presentamos y los invitados hicieron lucir sus grandes dotes de oratoria y de expresión ante nosotros. Estos eran campesinos empoderados, no tenían miedo de hablar, de argumentar, de hacerse notar. No esperaban ser asistidos, esperaban ser escuchados. Creo que eso significaba el primer paso. Cuando los presentaron como "microempresarios", un señor levantó la mano, se quitó el sombrero y nos dio una lección: "Yo no soy microempresario, disculpe usted. Yo soy empresario". ¿Me expliqué bien cuando les dije que eran campesinos empoderados?
Los campesinos invitados comparten sus conocimientos con pobladores de todo el Perú en una admirable campaña de interaprendizaje que se originó en la microcuenca de Jabonmayo, en el Cuzco. Jóvenes que conocen nuevas formas de tecnología agrícola (métodos de riego por aspersión, uso de energía solar, acuitoldos, fitotoldos creados artificialmente para producción orgánica, etc.) viajan a otros poblados en Huancavelica, Ayacucho, Puno y Apurímac y, a cambio de un domicilio y alimentación, se quedan a vivir meses ahí para enseñarles y compartir sus conocimientos. Es una labor titánica, es un despertar hermoso de iniciativas, donde el Estado y susburócratas no saben llegar. Ellos, estimados lectores, son los Yachachiqs, palabra que en el quechua significa"maestro".

Es el turno de un chamán. Coloca un enorme poncho en el suelo del auditorio, esparce sus hojas de coca, escupe como buen chamán, canta y explica lo que hace en un quechua muy sagrado (necesito un traductor viajero!), y le dice al representante del BM: "Usted ha venido a ayudarnos, y los apus dicen que sí nos va a ayudar" Todos sonreímos. Pero él no termina ahí: "Pero nos van a venir a ayudar una sola vez, no para que se queden. No queremos asistencialismos, queremos que nos capaciten y luego nosotros solos hacemos el resto". No sé si soy yo y mis susceptibles formas de pensar en todo, pero la piel se me erizó al saber que la pobreza tiene maneras de golpearnos en la cara tan satisfactorias y exigirnos que empecemos a confiar más en las capacidades de las personas antes de procurar llegar y ayudarlos.
En el regreso, todos cantan en el bus como celebrando el triunfo de saberse escuchados, de incorporarnos como testigos a sus victorias. Si supiera la letra, cantaría. La lluvia violentísima corre en huayco por las calles arcillosas de Huamanga. El carro lucha contra la naturaleza y nos deja sanos y salvos en el hotel. Estoy pensando en la capacidad de estas personas por luchar así, contra la lluvia y contra la pobreza y sus ironías. Quizás nunca vendan su mermelada de beterraga ni entre su refresco de papa en la oferta exportadora del TLC, pero esa cultura de compartir con otros es un valor que nuestro país necesita. Ellos ya han empezado a rescatarse de la pobreza y no piensan esperar nuestro ritmo. Me siento en la obligación, amigos, de hablarles sobre ellos, sobre sus expectativas, sobre sus caminos. Los yachachiqs de Lima, ¿qué hacemos por compartir lo que somos y lo que sabemos con los demás?

De regreso a Lima, pienso en lo que nosotros podríamos hacer con una cultura de la solidaridad como aquella, qué papel cumplimos en este enorme espectáculo de desarrollo que los yachahiqs nos han enseñado. Solo somos espectadores; para nada, los protagonistas. Como sucede igualmente al final del evento, los aplaudimos, comemos su beterraga y les tomamos fotos, y hay algunos de nosotros que intentamos dar un paso adelante y cooperar con su causa. Sin embargo, el Estado, Alan, sus discursos, el baile del teteo y el regreso de Beto Ortiz es todo lo que a veces podemos ofrecerles.

Adiós pueblo ayacuchano. Ha sido una gran lección.

Adiós pueblo de Ayacucho, perlaschallay,
ripuqtaña qawariway, perlaschallay,
por más lejos que me encuentre, perlaschallay,
nunca podré olvidarte, perlaschallay.

7 Comments:

At 10:53 p. m., Blogger Güero Gargurevich said...

estimado giancarlo:
los yachachiqs se merecen más que tu ufano deseo de hacer un cherry de tu blog a través de mi post. Un abrazo...
habráse visto...

 
At 9:48 a. m., Blogger Luciano said...

Eso se llama SPAM, inocente Guero.

Me he quedado pensando hasta q punto las mermeladas de beterraga, los refrescos de papa, etc. estan hechos con la intencion de ser realmente ricos o con la subconciente idea de ser sencillamente innovadores. Y asi, innovar con todo, hasta q facil, algo ligue.

X otro lado, hasta q punto el conocimiento es una obligacion, Guero? Sera como decia la Madre Teresa "debes xq puedes"? Al parecer los Yachachiqs hacen lo q -esta- sociedad nunca ha estado dispuesta, hacer a un lado su comodidad y ambiciones, x promover la educacion, asi los resultados sean a tan largo plazo q quizas ellos ni lleguen a verlo.

 
At 8:22 p. m., Blogger Güero Gargurevich said...

El individualismo de "esta sociedad" no tiene por qué ser la piedra en el zapato para tener aspiraciones de solidaridad altruista. Son dimensiones de la naturaleza humana perfectamente afines. Los yachachiqs me enseñaron que su afán por innovar y utilizar sus recursos no tenía por qué ir separada de una cultura de generar conocimientos a largo plazo.
Aprender por el simple hecho de aprender es un placer que pocas veces nos regalamos.

 
At 2:10 p. m., Blogger Mariella Villanueva said...

nada como la mermelada de fresas que prepara mi gordis y su jugo de carambola.
Guero, te has sobado la prostata desde ayer? pues deberias.
cuando un almuerzo nuevamente?

 
At 9:27 p. m., Blogger Güero Gargurevich said...

aun no me atrevo... diablos, todo el placer que me debo estar perdiendo.

 
At 9:18 p. m., Blogger Mariella Villanueva said...

por dios postea de una vez sobre mamacona, ya me cansé de tu mermelada!!

 
At 1:24 a. m., Blogger F said...

Cierto eso de aprender algo por el solo hecho de aprender. Pero.. y olvidar todo por el simple hecho de olvidar? y si mejor nos hacemos los locos y fingimos que no sabemos nada? acaso la epistemologia nos da alguna garantia? o mejor hacer como socrates que nunca escribio nada de lo que sabia (y sabia mucho, o eso al menos nos decia platon); el riesgo de ir contracorriente: fue obligado a beber la cicuta. Vaya brebajes que se tomaban en esos tiempos...

 

Publicar un comentario

<< Home