lunes, setiembre 18, 2006

Notas de Campo 1: Güero y el cabrito con frejoles de Trujillo

Apenas pisé el terrapuerto de Trujillo, un pensamiento caprichoso de embarazado sietemesino me asaltó: "Güero, no puedes irte del Norte sin comer cabrito con frejoles".

Pasando el karaoke Pavarotti y su pollo enorme de neón azul, y pasando el bar-pizzería-internet Badani, llegas al Óvalo Mochica, paradero obligado para todo aquel que quiere -como nosotros- enrumbarse hacia Chocope, ciudad a 60km de Trujillo, en la provincia de Ascope. Un bus te lleva por 2 soles y mucho estrés a través de la Panamericana Norte por plantaciones de caña, velocidad extrema, y acompañado de muchas películas de acción de bajo presupuesto y traducidas con acento español refinado (reconozco que a Chuck Norris y a Bruce Lee les caen a pelo el acento de la Serie Rosa mientras patean traseros, en fin). A la altura de Mocollope y después de media hora de camino, ingresa un señor muy arrugado a pedir plata. "Yo he sido drogadicto, asesino, violador, un mal hombre pero Dios me ha regenerado. Y para demostrar que Dios está conmigo, voy a hacer lo siguiente". Se atravesó la piel de la garganta con una alambre negro y se lo dejó ahí colgando mientras se acercaba a nuestro asientos. Todos le dimos nuestras monedas desinteresamente, porque sin duda Dios estaría con él en unos minutos cuando el pobre hombre cayera muerto por una infección de tétano. Se quitó el alambre, se limpió la sangre que caía hasta su camisa y nos sonrió. El Norte sí que sabe dar bienvenidas.

El paradero de Chocope es uno muy desordenado, tumultuoso, con harta molleja a la parrilla y chinganita. El menú cuesta 2.50 e incluye dos porciones de sopa, gallina en alguna variedad (el mechado es mi favorito) y refresco refill. No, no había cabrito. Lo que hay en todo Trujillo es una enfermiza fascinación por la gallina. Ningún plato que ofrezca pollo es valedero pues el pollo no existe, siempre es gallina. En el chifa el wantan es relleno con gallina; en los cafés, los panes con pollo son de gallina; y no lo he confirmado para esta ocasión pero el éxito rotundo de los Pollos a la Brasa es muy sospechoso.

En Chocope nos recibe Milton, un abnegado especialista en turismo con el que coordinaremos el trabajo que nos lleva por acá. Les explico: el descubrimiento de un complejo arqueológico mochica en estas localidades está atrayendo la atención del turismo nacional e internacional, sobre todo por la existencia de restos de una princesa enterrada allí y que rompe los esquemas machistas de las culturas prehispánicas que todos conocemos. Nuestra misión: capacitar a microempresarios de la zona en temas de guiado turístico, liderazgo y gestión de sus negocios para que aprovechen la oportunidad en favor del desarrollo de su comunidad. En la siguiente nota de campo les contaré las aventuras que nos tocó vivir en el complejo de El Brujo.

Milton nos lleva hasta Magdalena de Cao, el distrito que colinda con Chocope y donde descansan los restos de la princesa moche. Nos recibe Lucía, la cebichera, y nos invita a pasar a su restaurante. "¿Tiene cabrito con frejoles?" Nadie me contesta y llega un plato con cebiche. Las pepas del rocoto flotan en el jugo y ni la yuca, ni el camote ni 5 vasos de Fanta nos calman la úlcera que pronto provocará este día en mi estómago. Su televisor solo capta la señal del 4 y el 7, pero tiene la corrupta virtud de cambiar intempestivamente a canales de cable gringos ante el capricho de la antena. "A veces, vemos las series de Fox", señala Lucía mientras peina a su hijito a un lado de nuestra mesa.

En el almuerzo ya (el cebiche fue solo un desayuno), nos dirigimos a otro restaurante del distrito. Busco en la pizarra del menú el cabrito con frejoles de mis fantasías morbosas pero no lo encuentro. Sudado, lorna, toyo. "Diablos, ¿no hay cabrito?" Mis súplicas son escuchadas... pero solo parcialmente. El cabrito aparece pero no precisamente el que esperaba. El mozo que nos atiende es total, ingenua, amanerada y descaradamente gay. Le agarra el hombro a mi compañero de viaje y con un rápido giro coqueto se va en busca de nuestros platos. Toyo, muchas espinas, dos ojos y una minucia de arroz son nuestro menú. Ni modo.


El último día nos vamos de Magdalena de Cao y volvemos al paradero de Chocope justo a tiempo para la Verbena Artístico-Musical en honor al aniversario del Instituto Tecnológico de Chocope. La presentadora intentaba que los peatones detuvieran el paso un momento y la miraran, un estrado de Cerveza Cristal era su escenario, vecinos cantando desaforadamente música de la nueva ola se peleaban con el viento y con la indiferencia local, y una banda muy rechazada tocaba al otro lado de la plaza tratando de ganar la atención de los pocos espectadores. Carlos le pide a las chocopinas que le vendan un palito de molleja. A cambio de 1 sol obtiene ají y mayonesa A la Cena sobre las mollejas más duras del norte. Ni siquiera uno de los mil perros que se pasean por el show acepta el regalo de Carlos. Está bien que sea perro pero no te pases.

Tomamos nuestro bus finalmente y llegamos a Trujillo, caminamos hasta la Plaza y buscamos el cabrito con frejoles o el arroz con pato que nos permita irnos del Norte con dignidad. Aunque nadie se atrevía a servirnos dichas viandas a estas altas horas de la noche, consigo finalmente que una señora se apiade de mi ingenuidad y voracidad y obtengo mi recompensa. Cabrito. Frejoles. Yuca. Y mucho ají. El viaje de regreso en bus es una pesadilla. Jugamos Bingo, vemos 5 películas, me venden doritos, Carlos se queda dormido y ronca como el señor Barriga. Lo malo es que mi barriga no me deja tranquilo. La frase de la terramoza retumbaba en mis oídos: "Por favor, los servicios higiénicos del bus deben ser utilizados SOLO como urinarios. Por ningún motivo, deben satisfacer cualquier otra de sus necesidades". Dios, viajé con muchos motivos y terribles necesidades las próximas 9 horas de mi viaje.

Pobrecitas las embarazadas. Nunca podrían combinar en un solo día estas tres variables que yo valientemente intenté: visitar Trujillo, comer cabrito con frejoles y viajar en Cruz del Sur. Ya lo saben. Controlen sus antojos, viajeros.

6 Comments:

At 1:23 p. m., Blogger Luciano said...

Me he dado cuenta q la constante en tus viajes, Guero, son los toldos de cerveza Cristal y los oportunos perros con un elevado sentido de la dignidad.

 
At 8:14 p. m., Blogger Mariella Villanueva said...

...y por qué todos los pueblos terminan en -OPE ??

 
At 5:13 p. m., Blogger Güero Gargurevich said...

Solo 2... Mocollope y Chocope. Tolerancia a la libertad de nombre, por favor!!!!
Y eso de los auspicios de Cristal, debe ser un mensaje subliminal que me anda persiguiendo y que aún no capto del todo... lo averiguaré.

 
At 11:24 p. m., Blogger Luciano said...

Tambien esta la provincia de Ascope...

 
At 7:29 p. m., Blogger Mariella Villanueva said...

exacto, son 3.
lo de cristal es porque la backus tiene toda la plata del mundo para empapelar el peru.

 
At 2:34 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola jóvenes....
Soy del centro Poblado Mocollope, ¿curioso verdad? Es sana la curiosidad de Mariela por lo de OPE? En el año milquienientos y tanto, desde Trujillo mandaron hacer una carta topografica - no recuerdo quien - y allí y aparecía Mocollope pero lo escribian así Tierras de Mocoyope... También tiene sus historias.
Aquí se hace un ceviche muy doméstico. Amigos hay mucho de que hablar y les comento qu ese Milton que citan, es trabajador de un proyecto de Turismo vivencial destino El Brujo, lo auspicia Prodelica, y con l comentario de Guero, no me queda más qu reforzar la tesis que a casi un año de gastar plata - Proyecto Turismo Comunal - no se sensibiliza a los operadores turísticos.
Cuando visiten el Valle Chicama, no duden en visitar Mocollope, También les pueden preparar un rico cabrito... Avisen con tiempo
a jcvlladolid@gmail.com

 

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