miércoles, setiembre 20, 2006

Notas de Campo 2: Güero, El Brujo y la princesa de Cao

Yo sé que no está bien comparar pero me obligan la moral y las buenas costumbres trujillanas.
El hotel Regents al que me envió mi querido centro laboral en mi primer viaje a Trujillo a través de las gestiones de Yrenita incluía comida típica en su propio restaurante y hasta servicio wi-fi en las habitaciones; el hostal CasaBlanca en el que vivo estos días incluye un pan con mantequilla, un jabón del tamaño de una moneda de 5 soles, una abertura en la puerta del baño de la habitación 105 propicia para mirar tele mientras te duchas y un espejo clavado en la pared a tan solo un metro del piso (felizmente, desde que se me cae el pelo ya no me peino así que no le doy uso). Si Humprey Bogart o Ingrid Bergman hubieran sabido que su película inspiraría la construcción de este local, hubieran rescindido su contrato en el acto (los taxistas se rascan la cabeza cuando les dices que te dejen ahí, y repreguntan anonadados: "¿dónde queda ESO?").
El Óvalo Mochica, el bus de mis pesadillas y ya estoy nuevamente en Chocope. Nos subimos con Milton a una combi donde te alquilan periódicos a diez céntimos y con S/.1.30 ya estamos en Magdalena de Cao. Nuestra misión: conocer de cerca el Complejo Arqueológico El Brujo y capacitar a los beneficiarios del proyecto que les conté en temas de guiado turístico. La señora Lucy nos lleva en su camioneta Toyota hasta el complejo pero no quiere acompañarnos porque "ya lo he visto una vez, ¿para qué voy a volver a entrar?". Lo que no especifiqué es que la señora Lucy es la presidenta de los beneficiarios: su actitud me motiva a seguir adelante.
"¿Quieren ver a la princesa de Cao?" Milton nos lleva a la boletería. La señora que nos vende el ticket para el complejo está molesta con el puesto que le ha tocado y nunca hace contacto visual con nosotros. Nos cobra 11 soles (en Sipán la entrada está a 4 soles) y Milton se apunta para demostrar sus dotes de guía ad honorem. Ingresamos a un enorme patio de tierra desde donde se ve una enorme pirámide de adobe, hoy cubierta por un toldo blanco que simula las olas del mar que el complejo oculta tras de sí, y debo decir que es impresionante saber que estás parado en una construcción sagrada de 3500 años de antigüedad. Este patio fue usado como recinto mochica para sacrificios humanos y se han encontrado restos de una mujer sacerdotista o gobernante que lideraba tales ritos.
Al fondo del patio ceremonial se puede observar 3 plataformas, cada una de ellas con gráficos distintivos en sus paredes. En la primera, unos caballeros desnudos y con sus testículos abiertos por un tajo sanguinario caminan en fila india (no sabían que era "india" en esa época) amarrados con una soga por el cuello y listos para ser sacrificados. A Milton le obsesiona contarnos sobre estos genitales deformados y hasta nos toma una foto al lado de ellos, ante su gentil insistencia. Yo no sonrío.
En la segunda plataforma, unos sacerdotes locos y sanpedreados bailan una extraña danza extasiada ante el singular rito que se proponen. Aparecen agarrados de las manos y con una gran, enorme y sarcástica sonrisa en sus rostros. El San Pedro, mis queridos lectores, es un cactus primo-segundo de la ayahuasca que crece en México, Bolivia y en Perú y que sirve desde hace milenios para fines megalómanos y chamanescos al dotar al consumidor de gratas visiones fantasmales. Los expertos, como después leí, aseguran que los prehispánicos no conocían los efectos contraproducentes de la planta: en personalidades autoritarias y paranoicas (como "sacerdotes sacrificadores de humanos", por ejemplo) los efectos pueden ser muy violentos. Qué importante es leer las contraindicaciones de todo fármaco, ya ven. Les hubiera ahorrado los remordimientos post-ritual.
En la última plataforma -que es la menos visible y en la que Milton nos obliga a usar nuestra imaginación y creatividad- aparecen dibujos del dios Ai-Apaec o dios degollador (me pregunto cómo así se les ocurrió adorar a este monstruo con cuerpo de araña, cabeza de hombre, dientes de felino y sonrisa de serial-killer), sosteniendo en una mano el cuchillo ceremonial de sus fantasías y en la otra -obviamente- una cabeza. "¿Y la princesa de Cao, Milton?" Seguimos subiendo ante la mirada psicótica de este dios hasta que nuestra visión prehispánica se ve interrumpida por una cinta amarilla que dicta: NO TRESPASSING. Aunque hubiera sido excelente que los moches demostraran ser bilingües, Milton nos saca de la duda:
- "¿Y esto es todo, se acabó".
- "Se acabó qué? ¿Y la princesa de Cao?
- "Ah... es que se llevaron a Lima a la momia para estudiarla, no les dije?"
La señora Lucy nos deja en la Casa de la Juventud, local donde se realizará la charla. En la esquina de la cuadra hay una reunión aprista y un par de borrachos canta la Marsellesa y otras canciones hayistas. Cuando entramos al local, la escena es surrealista: Un negro de 2 metros de altura con una gorra de los Bulls está frente a una pizarra escribiendo frases en inglés; una decena de niños de 6-8 años intentan mirarlo pero solo ríen y juegan. "Shut up, guys". Nos mira, sonríe con una dentadura realmente blanca y nos dice "Ya terminando, ya". Yo estoy sorprendido. "Es el profesor de inglés", me explica Milton con total naturalidad. No entienden, es realmente el último sitio donde me esperaría un profesor de inglés gringo, negro y basquetbolista. De pronto, el profesor empieza a perseguir a los niños con terribles y mágicas zancadas de gigante y les tira una pelota de basket desinflada en la espalda. Si te toca la pelota, debes decir una frase en inglés. "I am happy" "you are man" "me no red". Bueno, están empezando. Al menos, la violencia es encauzada a tener un efecto positivo (es lo mismo que hago con mis alumnos de V de secundaria y soy testigo que funciona). Los niños se van pues la clase ha terminado. El profesor se saca la gorra y suelta un suspiro. No parece muy satisfecho. Me acerco y curioso pregunto con mi inglés no-practicado:
- "Where are you from?"
- "Chicago". Sonríe y se siente acompañado.
- "Are yo living here?"
- "Temporarly, man"... "youre not from here".
- "No. Im from Lima." Hago una pausa. No sé cómo preguntarle lo que realmentre quiero preguntarle. Finalmente, lo hago. "What are you doing here?"
La respuesta es fabulosa. Sobre todo, por el fondo musical de "Víctor Raúl... PRESENTE" de los borrachos de la esquina.
- "I dont know". Y se va.
Si García Márquez hubiera vivido en el Perú, si hubiera conocido Taca, Raccaya, la casa Hunamp Ku, a Serapio, a Milton o al gringo de Chicago, habría descubierto mil Macondos más impresionantes que los de José Arcadio Buendía. Sin duda.
Los asistentes a la capacitación no llegan ni a 15 (son 70 beneficiarios en total). Es difícil convencer a la gente que tiene que empezar a cabiar de actitud para salir de la pobreza. Me llevo el recuerdo de Don Segundo. Es el primero en participar de todas nuestras actividades y siempre nos sorprende con información ilustrada de último minuto: "Joven, que los turistas no contaminen el ambiente, ¿ah? Porque, por ejemplo, en China ya casi nadie va en carro. Todos los chinos manejan bicicleta para no enfermar el aire. Yo solo paro en bicicleta por eso". No quiero hablarle de la tercera parte de la película Fast and the Furious donde Hollywood choca 500 carros en pleno Tokyo, así que le doy la razón y proseguimos con la charla.
A solo 2 horas de haber comenzado la capacitación, Milton quiere hacer un break porque no quiere cansar a los asistentes. Morochas y Fanta, una conversación ligera, y retomamos el tema. Al final del día, un joven se acerca a nosotros y nos agradece: "De verdad, muchas gracias". Nosotros sonreímos. Él no deja de estrechar nuestras manos. "De verdad". NO tenemos respuesta.
Es increíble. Es satisfactorio. Y enormemente desconcertante. Por un lado, vivimos una sensación de frustración latente todo el tiempo porque no puedes meterte dentro de la mente de las personas y empujarlas hacia su propio desarrollo; nos sentimos como el gringo de Chicago perdido en mitad de la nada, protagonistas de causas perdidas. Por otro lado, vivimos una sensación de haberlo logrado todo cuando somos capaces de cambiarle el día a una persona y despertar en ella la chispa de un verdadero cambio; los hacemos protagonistas de sus pequeñas causas. Vale la pena todo por ese "de verdad".
La genial idiosincrasia del Norte nos despide y después de llevarnos un par de King Kongs y muchas cuñitas parto hacia mi querida Lima, las princesas ausentes de mi vida y mis degolladores internos.

5 Comments:

At 11:33 p. m., Blogger F said...

El San pedro es en realidad bastante inofensivo, produce algunas alucinaciones y viajes instropectivos... que loco que se usara hace tantos años... a proposito de Trujillo, en Noviembre van a inaugurar el museo gerardo chavez de arte contemporaneo.. cuando vaya aprovechare para visistar esas ruinas de las que hablas...

-y aqui en lima no pueden crear un museo de arte contemporaneo en tanto tiempo,,,

 
At 11:55 a. m., Blogger Luciano said...

Tal vez, el episodio del negro-profesor-de-ingles y su genialísima respuesta, es el momento más surrealista y pastrulo de tu vida documentada. Algo así como encontrar un chip dentro de un sarcófago egipcio o un huaco mochica en marte.

Los italianos son igual de floros respecto a sus reliquias. Recuerdo haber viajado x varias horas hasta la frontera con eslovenia, para ir a ver, adentrado en pleno bosque, un (en los mapas, gigantesco) acueducto romano... y haberme encontrado con una putrefacta y derruida acequia a la cual nada tienen que envidiarle los providenciales y artesánicos canales de regadío de los campesinos de Canta.

Por algo todos somos latinos.

 
At 7:01 p. m., Blogger Mariella Villanueva said...

El Perú es Macondo... eso de alquilar periódicos es nuevo...

 
At 6:44 p. m., Blogger Diana said...

A ver guerito, ¿Me puedes decir en que mundo paralelo al nuestro Tokio se encuentra en China?
Esa manía tuya y de maritsabel de creer o relacionar a toda persona con ojos rasgados con China, que ofensa para los Chinos.
En primer lugar, dile a un chino: japones, no tienes idea en el lío en que te meterías, y quisiera ver como sales de ello, pues ni con todo el carisma y drama que te caracterizan saldrías del lío, ellos ya tienen sus bemoles antiguos, así que te acusarían de ofensor al país y quien sabe que líos más, sin contar con que en Japón existe la pena de muerte.
Ponte en el lugar del pobre Chino, osea ellos tu crees que diferenciaran un peruano de un ecuatoriano o chileno, pues no obviamente!...entonces con todo los rencores ancestrales que existe entre estos países incluido el nuestro, como crees que le sentaría a un peruano que viniera un japones y le dijera chileno...ya te diste cuenta?...

 
At 7:07 p. m., Blogger Güero Gargurevich said...

Diana, mis estimados bloggers, tiene una peculiar fascinación por escuchar versiones de canciones pop en chino, japonés y otras lenguas vernaculares. Escuchar Shakira en versión nipona es su máximo hobbie. Por ello, este post y mi atrevido error de "chinear" a los japoneses ha tocado fibras sensibles de su ser.
Lo entiendo. No lo volveré a hacer, promise.

 

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