jueves, junio 29, 2006

Notas de Campo 3: Güero y los maestros en Taca

Sábado 13 de mayo de 2006
6:19pm

Genial, hoy mi foco se quemó. La Gringa va a molestarse mucho, porque de seguro me echará la culpa a mí. Y eso que no sabe lo que he hecho con sus paredes donde se ven todavía las huellas de mis matanzas arácnidas (cada ladrillazo que les regalo a las arañas antes de su muerte, significa un descrédito enorme para las paredes de la Gringa). Para colmo de males, ayer no pude terminar el Brócoli con Lentejas que me sirvió en el desayuno (era enorme… y era solo un desayuno) y no me miró con buenos ojos. Bueno, para qué pensar en lo inevitable. Lo prometido es deuda: nuestra nueva narración.El primer día que visité el colegio, seguí a un niño de aproximadamente 15 años vestido de escolar y con cara de pocos amigos: supuse que a las 8:00am su único destino debería ser su centro educativo. Cuando pude alcanzarlo (tras superar la ausencia de oxígeno y apurar el paso), le pregunté por la hora de inicio de las clases. “Las siete y media”. Le sonreí: “Ah, estás tarde, no?” Mi pregunta impertinente le resultó gravemente desagradable y apuró más el paso dejando una nube de polvo tras de sí. “La próxima vez tendría que ser menos correcto”, pensé. El colegio está más o menos a media hora de camino del hospedaje, pasando la Posta de Salud (que abre a partir de las 12pm, y si es Emergencias, dice que abre a las 11am… ¿?), el “Estadio” (una explanada de pasto) y la Escuela. (Para los no entendidos, en las zonas rurales se le ha adjudicado el nombre de Escuela a la Primaria y el de Colegio a la Secundaria). Cuando al fin llegué, el paisaje era abrumador: un pabellón de 6 salones y una vasta pampa se asomaban al precipicio de los cerros. Si te paras al final de pabellón, puedes ver los ríos, los caminos, todo el ejército de montañas que rodea Taca: es sobrecogedor e impresionante. Un profesor estaba jalándole las trenzas a una niña por haber llegado tarde. Cuando me vio, sonrió gentilmente, soltó el cabello de la niña, y se presentó: “Profesor Raúl, buenos días”. La niña aprovechó para correr a la formación. Sí, eran ya las 8:00am y todavía seguían en la formación. Unos 150 alumnos de blanco y plomo se pararon en la explanada mientras yo conversaba con el profesor Raúl y le contaba el motivo de mi visita.

Aprovecho para contárselos a ustedes, sé que fue un error no comenzar con eso mis primeros correos. El proyecto por el que me encuentro en esta aventura pretende a través de la iniciativa del Ministerio de Educación y en coordinación con GRADE, institución que ha contratado 15 observadores, conocer la situación de la secundaria rural y profundizar, sobre todo, en las prácticas de los docentes de esos colegios, cómo enseñan, qué estrategias usan, qué recursos tienen y cuáles necesitan, si están capacitados, qué apoyo reciben de la UGEL, etc. Para ello, debía entrevistarme con algunos profesores de la zona, observar sesiones de clase de Comunicación Integral y de Matemática, y mirar todo lo que pudiera. Tendría que esperar al director, que siempre llegaba un poquito tarde. Uno de los alumnos de IV, el policía del colegio, se paró al frente del grupo y gritó: “Buenos días con todos!” Un murmullo desordenado respondió. Una pregunta exclamó nuevamente: “¿Cuál es el lema del colegio?” “Estudio, Trabajo, Honradez”, respondieron todas y todos. “¡¡¡Honradez!!!”, gritó un pequeño que supuestamente debía tener 13 años y estar en I de media, pero que yo le echaba 10 años. (La alimentación de la zona los hace crecer apenitas del suelo; es duro, pero todos los alumnos se veían físicamente más pequeños que su edad real, menos los de IV y V que por su experiencia en el trabajo de la tierra y la carga, ya habían sacado cuerpo). El pequeño no había calculado bien el final de la arenga y su voz resultó desfasada. Otro de los policías que caminaba por esas filas le propinó un palazo en las pantorrillas. El niño rió.
Los alumnos van al colegio de 7:30am hasta la 1:50pm, y solo tienen un recreo de 20 minutos. Es matador, así tal como suena. Pero en la práctica tienen recreo cada vez que termina una clase, un recreo de aproximadamente 10 minutos antes de cada clase. Sí, es increíble. Pero la impuntualidad no es vista como tal acá, se trata de relajar a los alumnos para que después entren a clase llenos de ganas… Las clases están super sucias, no sería una novedad decirles eso ya que todo el colegio está en la mitad de un terral. A veces no hay tizas y acaban de comprarse un micrófono, el cual estrenarán para el Día de la Madre. El Directo llegó y les hizo acordar a los alumnos que las clases son para que asistan a ellas, no para que se tiren en el pasto a conversar (fue una buena aclaración), y que ya deberían haber planeado sus actividades para el Día de la Madre, pero “sin hacer llorar a las mamitas, que ya tienen mucho de tristes, ya, ah?”. Toca el timbre y todos corren a sus salones con sus cuadernos y lapiceros en la mano. Todos me saludan y me dicen “profesor”; claro, para qué alguien más iría al colegio si no es para enseñar. Lo increíble era que yo estaba ahí para aprender… que ironía.En el colegio los status-roles de las personas están un poco mezclados, es interesante por donde se le vea. Les hablaré, para demostrar mi tesis, de algunos personajes del colegio: El Prof. Rodrigo, la Prof. Clara, el Prof. Raúl y Don Demetrio.
El profesor Rodrigo es el Director del Colegio y es profesor de Comunicación Integral de III de media. El profesor de IV de media de esa materia ha renunciado hace unas semanas por falta de pago y los alumnos han paralizado sus estudios lingüísticos por esos días. ¿Reemplazo? No, solo son 5 profesores, jamás tendrían tiempo suficiente para reemplazarse. El prof. Rodrigo ha perdido el horario de clases, no recuerda muy bien la hora del recreo, a veces los alumnos entran a su oficina y juegan un juego de carritos en su computadora (¿en el recreo?), sus profesores a veces no van porque tienen que hacer trámites en Huancapi y él se entera ese mismo día. Es la autoridad, todos lo respetan, pero las reglas de juego nunca fueron escritas, así que –para bien o para mal- nadie está desobedeciendo nada. El prof. Rodrigo visita todos los días las casas de los Padres de Familia para hablarles sobre sus hijos. Es muy bueno, sin duda, dice que el trabajo lo tiene loco y que los chicos lo abruman mucho. Si bien no tiene el control de todo lo que pasa en su colegio, sí tiene claro que sus alumnos son buenos, estudiosos y de buenos sentimientos. “No son como en Lima, no profe? Allá los chicos deben hablar hasta por gusto y roban y todo… aquí mis muchachos son buenos. Hace falta que hablen nomás, pero ya hablarán…”.
La profesora Clara es la maestra de Ciencias Sociales. Se ha mudado hace poquito a Taca por el trabajo y tiene un talento increíble para la Historia. Pude observar una de sus clases por la ventana (rota) de su salón de II y quedé gratamente sorprendido. Les hablaba sobre la Conquista y sobre Pizarro y era como una enorme historia en sus labios. Los niños la miraban atentos. Algunos no sabían si escribir o mirarla, pero de hecho sabían que ella hablaba algo nuevo. La educación es un regalo, no hay duda. En donde sea que estés, es un regalo. La profesora Clara necesita un libro de historia, necesita pruebas, necesita un método. Lo que tiene de sobra es valor. Sin embargo, nunca ha podido tener más voz en el colegio ni en la comunidad. “Es difícil, todavía, profe. Soy mujer y eso pa los varones a veces es mancha, es poca cosa…”.
El profesor Raúl es el maestro de Educación Física y de PAS. Olvidé decirles que este es un colegio de variante agropecuaria, quiere decir que los chicos tienen 3 horas semanales de enseñanza en técnicas agropecuarias; aprenden a tratar el ganado (tienen 4 vacas caminando por ahí) y a manejar estrategias de cultivo (lamentablemente, la zona de Taca es muy accidentada y poco o nada se siembra. Lo que se llega a sembrar, se usa para el consumo de las propias familias.). El profesor Raúl es muy risueño, pero también es muy estricto. Cuando los alumnos se escapan de clase (casi siempre los encuentro yo en mis visitas por los pabellones, escondidos y riéndose. Siempre termino siendo su cómplice y no digo nada) y uno de los policías los encuentra, saben que recibirán su merecido. Yo no sabía cuál era hasta anteayer que lo vi con mis propios ojos. En la formación de la salida, el prof. Raúl sonrió y llamó a 5 alumnos por sus apellidos. Les acarició su cabecita y les dijo: “¡Así que ustedes vienen a mirar el cerro, no?” Y con una correa de grandes dimensiones, les pega en las piernas y en los brazos ante mi mirada atónita (claro, mi mirada interior, qué creen. Por fuera, mi cara era de una profunda y malsana indiferencia). Un niño recibió el correazo en el cuello. El prof se disculpó conmigo: “Disculpe profe, acá los chicos aprenden así”. Los alumnos corrieron a la formación, ninguno dijo nada.
Don Demetrio es el último de esta historia. El acaba de ganar un concurso público para poner su kiosko en el colegio. Su kiosko es uno de madera (¡aún no está pintado, cuando esté Don José Luis, estará bacán!”) y donde apenas se vende Golpe, Cañonazo, gaseosas, galletas y comida (ayer hubo fideos rojos). Sin embargo, no se confundan, Don Demetrio no es serrano, el es de Andahuaylas. “Acá los serranos, Don Jose Luis, no saben hablar, no tienen criollismo como usted, como los de Lima” (vaya, y eso que no se encontró con la crema y nata del criollismo, no?). Don Demetrio fue educador, fue director de escuela, fue observador como yo de colegios rurales. Don Demetrio tiene alma empresarial, no pretende quedarse donde está ni seguir cultivando tuna roja toda su vida. No. “Es que ya le hice la promesa a mi mamá y a mi papá que están muertos de que cuidaría sus tierras, por eso estoy en Taca”. Ya entiendo, ya veo de dónde sacó su “bacán” y su “chévere”. Don Demetrio tiene 8 hijos, 6 de los cuales trabajan en Lima, y dos pequeñitos que cuando crezcan un poquito más irán a la escuela (“ a la de Andahuaylas, allá no hay serranos”).Don Demetrio es increíble. Es el kioskero del colegio pero entiende mejor que nadie lo que pasa, lo que falta, qué rol cumple cada uno, por qué la comunidad no avanza, por qué la comunidad no le exige cosas a la mina. No tiene un pelo de zonzo. Es más, me recomendó ver bien la clase del Prof. Rodrigo (“él dice cosas que no sirven, profe. Dice que el Poema del Mio Cid fue escrito por el Mio Cid. Yo de usted entro a su clase”).
Don Demetrio entiende exactamente qué pasa en Taca, mejor que nadie. Es más, su vivienda es una de las más bonitas de la zona y es una de las pocas que tiene un WC y no solo un orificio en el suelo. El Prof Rodrigo es el director pero no dirige porque no hay reglas claras. La profesora Clara es la más capaz del grupo pero su género le imposibilita hacerse escuchar. ¿No es increíble? El mundo está repleto de héroes y de personas comunes y corrientes en los lugares y en las posiciones más extrañas del mundo. Taca necesita una voz, un líder, hacerse saber frente a su país. El profesor Venancio me mira siempre con recelo, me saluda y trata de mirar siempre lo que escribo y lo que leo. No entendía por qué su recelo hasta que leí su nombre en las paredes de Taca: VENANCIO ALCALDE, ALAN PRESIDENTE. Venancio ha intentado ser alcalde hace décadas y nunca lo han elegido. Don Demetrio dice que tiene intereses, nadie confía en él. Qué increíble, el que porta el capital político de la zona, es el menos votado, el menos querido, el más receloso de todo. Espero que Taca despierte pronto. Tiene tanto en sus manos y no se unen para conseguirlo todavía. Los más perjudicados son los alumnos. Ellos se ríen y prefieren sacar sus tareas de Internet antes de leer un libro: uno de ellos me explica “para qué vamos a leer, profe. Si cuando sacas el análisis de la obra por internet te sacas 20”. Cuando llegan a su casa, todos en su familia hablan en quechua, cuando salen a la calle, sus amigos hablan en quechua. Cuando les enseñan Funciones Algebraicas, se demoran porque aún no tienen claro la Suma y la Resta. “Es cuestión de tiempo y paciencia” dice el profe de Mate. ¿Quién los pude culpar? Viven en la mitad de dos mundos, el quechua y el español. En uno pueden hablar lo que quieren, cuando quieren, pero todos dicen que no podrán llegar a ninguna parte con él; en el otro no saben ni por dónde comenzar a decir sus ideas y cuando las dicen, se tapan la boca por vergüenza de cómo se les escuche. Estos días me han enseñado mucho sobre mi propia labor de profesor. ¡Y yo preocupándome cuando mis alumnos se portan mal! Qué gran responsabilidad nos toca a todos, ya sea como profesores, como alumnos, como científicos o simplemente como testigos de esto. Ya ha pasado una semana desde que vivo en Taca. Mañana es el Día de la Madre y habrá una gran fiesta durante la mañana. El lunes regreso a Huamanga y de ahí rumbo a mi querida Lima, gris, gris, e indiferente. Espero que ahora seamos más los que conocemos el Perú. Mañana les escribo lo ultimito.